- Limpieza
El primer paso de cualquier rutina es la limpieza. La limpieza elimina la suciedad, la grasa y las impurezas acumuladas en la piel durante el día. Elija un limpiador suave que se adapte a su tipo de piel.
Existen 16 tipos de piel, en general la indicación en este paso es:
Si tienes la piel grasa, elige productos con ácido salicílico y niacinamida para ayudar a regular la grasa y evitar que los poros se obstruyan.
Si tienes la piel seca, elige productos con niacinamida y ácido hialurónico para regular la producción de sebo y aumentar la hidratación.
- Cuidado
El segundo paso es aplicar cuidados locales para tratar/mejorar aspectos específicos.
Por ejemplo, si tienes imperfecciones y/o quieres prevenir el envejecimiento, elige un sérum con retinol.
Si quieres una rutina de mantenimiento, opta por un sérum de ácido hialurónico.
Si tienes imperfecciones o falta de luminosidad, opta por un sérum de vitamina C.
- Hidratación
La hidratación ayuda a mantener la piel sana y flexible, además de prevenir el envejecimiento prematuro. Elige una crema hidratante que se adapte a tu tipo de piel.
Si tienes la piel seca, opta por una crema hidratante rica con textura de crema o loción.
Si tienes la piel grasa, elige una crema hidratante ligera con textura en gel o crema y evita los componentes comedogénicos.
- protección solar
La protección solar es fundamental no sólo para proteger la piel de los daños causados por la exposición solar sino también para prevenir/reducir imperfecciones, arrugas y poros dilatados. Utilice un protector solar con factor de protección solar (SPF) 50.
Es importante recordar que cada persona tiene un tipo de piel único y puede necesitar diferentes productos y rutinas para satisfacer sus necesidades específicas. Por ello, siempre es recomendable consultar a un profesional para obtener recomendaciones personalizadas y cuidados adecuados a tu piel.